domingo, agosto 29, 2004

Son las 5 en la mañana y no he dormido nada.

Sábado noche, fiestas de Cuellar, para los que no lo sepáis es un pueblo de la provincia de Segovia que presume por tener los encierros más antiguos de España y a donde fui al instituto durante 4 añitos. Son unas fiestas de pueblo bastante buenas siempre me lo he pasado genial, pero hoy he decidido quedarme a estudiar aunque no sea lo que haya hecho. Para un día que decido ponerme y más siendo un sábado por la noche con posibilidades de una buena juerga me ha entrado un dolor de muelas increíble, nunca me habían dolido así, tanto que no he podido dormir nada, estaba rabioso y me ha entrado una ansiedad que hacía que mi estómago se quejase también. A las 4 de la mañana me he levantado a pedir a mi padre las llaves del coche para irme a urgencias porque no aguantaba el dolor.

El problema de vivir en un pueblo pequeño es que no tienes de nada, ni siquiera urgencias y tengo que ir a otro pueblo. El camino son unos 15 km que normalmente se me pasan bastante rápido pero ayer, conduciendo, nadie en la carretera y con la rabia aumentando por esa tortura se me hicieron eternos. En el camino casi me como un pájaro enorme, creo que era una lechuza, tuve que dar un frenazo en seco. Proseguí en mi camino bajo una luna llena enorme que no podía apreciar, y es que los cielos castellanos son increibles, pero esta noche para mí no eran nada, sólo quería acabar con el sufrimiento.

Cuando llegué no tuve que esperar mucho, le conté al médico todo mi dolor y lo que ya había tomado, no soy partidario de la automedicación pero me había drogado y no me había producido ningún efecto. Me tomó los datos y sin mirarme la boca me dio un autógrafo, vamos que me firmó una receta.
Pero lo mejor estaba por venir. Desde detrás de un biombo el enfermero me llamaba, yo me acerqué a él dubitativo y sin más miramientos me mandó bajarme los pantalones. Suelo ser un chico un tanto más romántico, no mucho, pero al menos me gusta el reglamentario ritual de cortejo, las bromas... nunca suelo ir a saco. Le obedecí, total después de una noche de sufrimiento algo de placer no me vendría mal, me bajé los pantalones, los calzoncillos y me apoyé contra la camilla.
Un dolor punzante se apoderó de mí por unos instantes, desde la camilla yo esperaba los besos del ATS, pero nunca llegaron, acabó muy rápido. Me mandó subirme la ropa y dijo que podía marcharme. Me sentí muy mal por unos instantes, las piernas me temblaban, me dirigí al coche y retomé el camino para mi pueblo, todo pasó mucho más rápido y hasta pude dormir.
El dolor había terminado.
¡Gracias enfermero!

1 Comments:

At 11:23 p. m., Anonymous Anónimo said...

Jajajajaja a mi me ha pasado una historia parecida!!!!! Lo que sucede que fue en el hospital de Alcorcon, esperando a que me reventaran un quiste. Hubo flirteo con el enfermero pero al final yo, que soy un estrecho, pase del tema. Yo creo que si hubiera insistido...

Que ilusion ver que me tienes enlazado!!! Ahora mismo te enlazo en mi blog, que la historia del enfermero me ha llegado juas juas. Besos. Zäpp

www.antizapping.tk

 

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