martes, febrero 07, 2006

Historias calientes de Portugal

Un día cualquiera, en una ciudad cualquiera, en un edificio cualquiera. Una borrachera como las de siempre, una llegada a casa a horas intempestivas.
No le dio tiempo a vestir el pijama, cayó sobre la cama en ropa interior y el resto del cuerpo desnudo siendo acariciado por un leve frio que le ponía el vello de punta. Hubiera resultado apetecible a cualquier miranda llena de deseo, sólo sobre la cama indefenso, respirando profundamente.
Se oye un gran golpe, seguido de una retaila de golpecitos igualmente molestos. Se despierta con sobresalto y agitado. Parece que llaman a la puerta. Decide no abrir. Continuan los inoportunos ruiditos. ¿Qué hora es?. 8 a.m. Decide levantarse, tal y como se acostó. Va hacia la puerta. ¿Quién es? No hay respuesta, pero los golpes siguen machacnado su cabeza resacosa. No puede saber lo que ocurre fuera. La puerta antigua no está provista de las modernas mirrillas que deforman la realidad, sino por una especie de invención evanística que permite levantar una escotilla y ver la escalera. Si la abriera el ruido le delataría. Decide mirar por un agujerito oradado en la puerta, vestigio de una antigua cerradura.
La visión es casi nula, se atisban unas rodillas, continúa con la ascensión hasta detenerse en un culo pefercto marcado por un pantalón ajustado que realza las voluminosas y apetecibles formas. Sigue la ascensión, deteniéndose en cada etapa como si de un escalador se tratara, necesita tomar aire en cada parada, la visión es cada vez más erótica, pronto su zona genital toma vida propia. Un hombre, vestido de obrero, cuerpo perfecto y cara de aunténtico dios. Está trantando de hacer un agujero en la pared con un martillo y cincel. Se detiene a observar como trabajar, reparando en cada detalle de un cuerpo esculpido a base de trabajo y quién sabe si de algún deporte ocasional.
La cabeza se le llena de fantasías sexuales muy morbosas. Abrir la puerta, y hacer alguna pregunta tonta para que una cosa lleve a la otra y acabar juntos en la cama...
Follar hasta que el sudor empape las sábanas y la habitación se llene del olor dulzón y pesado del sexo. Pero al final todo acaba como una fantasía, sólo en su habitación. Aliviando la tensión creada por el obrero y la situación voyeurística.


P.D.: Qué pena no haber abierto la puerta....

jueves, febrero 02, 2006

Portugal


Creo que ya va siendo hora de hacer una valoración general del tiempo que he pasado en este país.
En este tiempo, que he tenido abanadonado a la mayoría del mundo blogueril (peço desculpa) me han ocurrido algunas de las cosas más maravillosas y más terribles que me podría imaginar. Todo esto se debe a la mágia Erasmus, que yo creo que realmente existe, aunque no deja de ser una ilusión óptica,algo irreal de una parte de mi vida.
Me ha encantado vivir muchos de los momentos en esta ciudad. Creo que todo esto se debe a las personas que conocí, en mi opinión esta ciudad está hecha de las personas que viven en ella. Todas lo están, pero en especial las que he conocido me han hecho sentirme como en casa.
Portugal era para mí un país desconocido, que tenía a dos horas de coche, pero que por no sé que razón jamás había visitado.
Es bastante divertido hablar con los portugueses de las toallas, sábanas y demás complementos del hogar ya que la respuesta es que ellos hacían lo mismo en España. O muchos otros tópicos que se destruyen a base del entendimiento, de las conversaciones interminables con amigos acompañados de un café que parece traído del paraíso.

De ahora en adelante me he propuesto actualizar más a menudo.

viernes, noviembre 04, 2005

Ganchillo connection

El puente de los Santos no hay sido demasiado especial en lo que a fiesta se refiere. Vamos que no me he emborrachado ningún día, yo que pensaba que iba a ser algo especial… pero nada como mis amigos se fueron para Oporto, yo me quede aquí compuesto y con rollo. Pero tampoco me apetecía mucho estar todo el puente encamado. Me fui a ver el Gulbenkian, museo de Arte moderno, con él y me hizo de guía ya que es arquitecto y conoce bastante de arte contemporáneo. Me lo pasé en grande cosa que no suelo hacer mucho en los museos de arte de este tipo porque no tengo mucha idea de las nuevas tendencias.

El sábado me lo pasé en casita viendo una película con mi compañera alemana, con la mala suerte de que la vimos en alemán, porque no teníamos nada en portugués, y acabé durmiéndome. Al día siguiente, la echaron en la tele, jejeje, y comencé a verla pero sonó el timbre. Nuestro vecino Rui, pero ya casi es nuestro nuevo compañero de piso. Es un chavalín de 20 añitos, de medio metro, Caboverdiano, amigo de Cristiano Ronaldo (dejad de chorrear que me mancháis la alfombra) que se había dejado la llave dentro de casa y había cerrado la puerta. Yo estaba solito, y no me apetecía quedarme viendo la tele, y más aún cuando no tenía clase al día siguiente. Nos cogimos y nos fuimos juntitos para un bar de lo más extraño. Llegamos y en la entrada hay una foto de un pavo cubierto por una especie de vestido hecho de macramé. Todo muy en plan fetiche. Entramos y música un tanto extraña, pero que me gustaba. Era una mezcla de ritmos africanos, reauge, hip hop… la decoración también era muy fuerte, todo lleno de tapetes de ganchillo, y un maniquí con otro vestido hecho de ganchillo… sofás cubiertos de ganchillo… vamos el paraíso del crouché. Y la gente estaba salidísima. Unas chicas españolas se encargaban de calentar el ambiente poniéndoles las tetas a los tíos más feos del local. A las 4 de la mañana yo ya estaba muy cansado y decidí largarme. La verdad me vi un poco agobiado por tanto ganchillo, las españolas calentorras, la cantidad de babosos que había, las mariquitas brasileñas moviendo el culo con el riesgo de que la cinta del tanga saltase y me sacase un ojo, los travestis brasileños que realmente me daban miedo (algunas estaban tremendas y otras tremendamente operadas) y me largué de allí.

Halloween fue un auténtico fracaso, todo comenzó muy bien pero de repente me metieron en un taxi a una súperfiesta que yo sabía que no iba a ser buena, y no lo fue, para tomarme una cerveza y marcharme otra vez, de taxi para casa.
El día de Todos los santos, aquí se conmemoraba también el 250 aniversario del gran terremoto que destruyó la ciudad y permitió que Lisboa sea la ciudad que es ahora, me fui de turismo con el rollo-bollo-tosta. Las cosas no tenían que salir bien ese día así que no salieron. Llegamos 15 minutos antes de que cerraran al convento de Carmo, no merecía la pena pagar para tener que salir al instante. Después nos fuimos a comer unos petiscos (de bacalhau, rissois, chamuças…) y nos dirigimos al castillo para ver la ciudad de noche. Mala suerte, justo cuando llegamos nos cierran con la puerta en las narices… después de caminata… pero dimos un paseillo bastante encantador por las calles de Alfama a la luz de las farolas. Última parada praça do Comercio. Fuimos al café Martinho da Arcada donde Fernando Pessoa (escritor alcohólico portugués) tiene una mesa todavía reservada como homenaje al dinero que se gastó allí bebiendo ginebra y absenta. Me comí otro dulce (me voy a poner como una cerda diabética) del cual no recuerdo el nombre… con esto de que tienen 14mil nombres solo recuerdo el folhado misto y el pão de Deus… curioso.

jueves, octubre 27, 2005

FADO

Días grises en Lisboa, la lluvia hizo acto de presencia.
Comienza la Lisboa romántica, de lluvia, los paraguas, castañas asadas...
Cada vez me gusta más pasear y perderme entre las callejuelas empinadas.
Se oye al fondo un fado, es la diosa del canto. Orgullo de los lusos, y ahora una voz de la que no me olvidaré fácilmente.

Lisboa Antiga, Amália Rodrigues.

Lisboa, velha cidade,
Cheia de encanto e beleza!
Sempre a sorrir tão formosa,
e no vestir sempre airosa.
O branco véu da saudade
cobre o teu rostro linda princesa!

Olhai, senhores, esta Lisboa d'outras eras,
dos cinco réis, das esperas e das toiradas reais!
Das festas, das seculares procissões,
dos populares pregões matinais que já não voltam mais!

lunes, octubre 17, 2005

El 28

En nuestra aventura de hoy nos dirigimos hacia Alfama, el barrio más chabacano y sin glamour de toda Lisboa. Pero oye, que a mi me encanta, tiene algo especial eso de perderte por callejuelas súper empinadas, súper estrechas y con un olor que a veces te hace pensarte unas cuantas veces el por qué de la visita. Ya se que esto no es Serrano, ni el Passeig de Graça, pero bueno en la guía, y yo confío mucho en la mía ¿quién si no te hace sentirte como un mero turista?, pone que es visita obligada para ver la Lisboa más rural o incluso bohemia.
Uno como se quiere sentir proletario decide que tiene que coger el mítico tranvía 28, que te lleva desde la Praça de Rossio hasta el Castelo de São Jorge, pero el problema es que como siempre he tenido chóferes siempre me hago lío con el transporte urbano. Y como todavía no me he hecho la tarjeta de transportes, pues decido seguir los raíles de dicho invento y así hacer ejercicio. Primera parada para tomar fotografías, la Sé, o sea Catedral. Deja vú, me parece que la he visto en algún anuncio de coches en la televisión si no, no me lo puedo explicar. La verdad es que la fachada es bastante bonita, no tiene la grandiosidad del Gótico Flamígero (que me gusta esta palabra), pero es muy fotogénica. El resto de la Sé no merece mucho la pena porque, como casi toda Lisboa, fue destruida hace 250 años en un terremoto que asoló la ciudad.
Seguimos subiendo por unas calles muy empinadas, ahora empiezo a pensar porque no habré cogido el dicho tranvía, no tiene por qué ser tan difícil, menuda sudada. Aunque pronto llegamos a uno de los muchos miradores de Lisboa, Miradouro de Santa Luzia. Qué vista tan linda, este te permite hacer fotos de los tejados de Alfama, el Tajo, un puerto industrial y a lo lejos se divisa nuestra meta, el Panteón Nacional. Rápidamente nos marchamos de allí porque comienzan a llegar miles de turistas que se bajan del dichoso 28 para hacer sus fotos de postal.
Continuamos con la Ascensión, cual rey judío resucitado, y nos perdemos por las miles de mini callejuelas en las que está divido esta zona, niños jugando al balón, gente muy entrañable, gente más entrañable que tira sus cubos con ¿agua? a las alcantarillas, un olor no tan entrañable un hombre que de repente se saca su aparato mingitorio en frente de nosotros y se pone a mear allí… pero que alfacinha (Lisboeta) me hace sentir pasear por estos barrios.
Y como es sábado junto al campo de Santa Clara se monta una especie de rastro conocido como A feria de Ladra. Todo lleno de artilugios robados, inservibles, viejos, porno cutre… etc. Y al ladito ya está el Panteón Nacional. No sé que tendrá de interesante ver tumbas, o en su defecto cenotafios de gente ilustre que ni conozco, pero ya he ido dos veces. Bueno conozco a Amália Rodrigues, la fadista más grande. Y es que mis vecinos de abajo, me machacan cada mañana de resaca con fados y música tradicional portuguesa. Creo que ya me sé todas las canciones del acervo popular luso, y ya he cantado alguna que otra en un karaoke hasta desgañitarme, Lisboaaaaaaaaa amada!! Lisboaaaaaaaaa feridaaaaaaa!!
El Panteón tiene arriba un mirador bastante bonito, desde el que se puede contemplar el conocido Mar de Palha (mar de paja) que forma el Tajo antes de desembocar en el océano y el barrio de Alfama.
Al fin cogidos el dichoso 28 hasta Largo Camões, al ladito de mi casa.